A SOLAS
CARTA ABIERTA A D. COSME SORDO OBESO (PRESIDENTE DEL CENTRO ASTURIANO DE MADRID)
Presidente, amigo……., PRESIDENTE!
Me duele, nos duele tu ausencia. No perdonamos al cruel e inexorable paso del tiempo y a las odiosas/malditas enfermedades que se hayan aliado, para conseguir convertir en leña, el roble más fuerte y robusto, de cuantos Asturias plantó en Madrid.
Decía antes “tu” ausencia, pero rectifico. Aunque el afecto mueva al tuteo, el profundo respeto que he sentido siempre por los grandes hombres, me obliga a cambiar el “tú”, por el “usted”.
Pues si, PRESIDENTE, y me va a perdonar que escriba siempre la palabra “PRESIDENTE” con mayúsculas, pero es que entiendo, que eso ha sido, es y será usted, un PRESIDENTE con mayúsculas. Pues si, como le decía, tenemos legítimo derecho a sentir su ausencia, porque nos cuesta imaginar al Centro Asturiano de Madrid y a usted por separado. Resulta impensable el uno sin el otro.
Hemos podido compartir o no sus teorías, hemos podido estar o no de acuerdo con sus decisiones, hemos podido debatir y al final “aceptar”, convencidos o no, sus argumentos, pero nadie, repito, nadie que sea bien nacido, puede negarle su amor a Asturias y al Centro Asturiano de Madrid. Nadie puede dudar de que ha hecho de su vida un permanente servicio a ambos y de que ha hecho del Centro Asturiano de Madrid, una de las principales razones de su vida.
Escuche, PRESIDENTE, el otro día, cuando se procedía a la imposición de la Manzana de Oro, que, como decía Francisco Rodríguez, entre otras hermosas, acertadas y doloridas palabras, le ha concedido “su” Centro Asturiano de Madrid, más justamente que a nadie, cuando su hijo la recibía en su nombre, cuando la gaita y el himno de Asturias, nos ponía a todos un nudo en la garganta, yo le imaginaba a usted allí, supervisando cuantas “Manzanas de Oro” habían asistido, cuantos directivos estaban para respaldar el acto y en medio del espectacular lleno que presentaba el Salón Príncipe de Asturias, por un momento, me sentí “a solas”, por un segundo, dejé de oír el bullicio que me rodeaba y creí verle a usted, pequeño en estatura, pero grande, inmenso en su grandeza, llenándolo todo con su sola presencia, emocionado, como estábamos todos, pero una vez más al pie del cañón, controlándolo todo, consiguiendo unirnos a todos en un mismo impulso.
Mire, PRESIDENTE, por mucho que se empeñen las malditas/odiosas enfermedades, usted será el PRESIDENTE del Centro Asturiano de Madrid para siempre. Nadie nos va a quitar su palpitante presencia en cada rincón de esta su querida “Casa”.
Desconozco si podrán algún día llegarle estas palabras. Entiéndaseme, que le puedan llegar a usted, al Cosme de siempre, al Cosme que todos vamos a recordar, al Cosme que comprende lo que se le habla, pero, por si acaso, no me quiero quedar con las ganas de decirle, que usted y algunas pocas personas más, me enseñaron a querer al Centro Asturiano de Madrid, como si fuera algo realmente mío, me enseñaron que luchar por algo que no produce ningún lucro, puede llegar a ser verdaderamente gratificante y me enseñaron que la AMISTAD, (también con mayúsculas), existe realmente. Le juro que eso, no lo voy a olvidar jamás.
Bueno, PRESIDENTE, dele un beso muy fuerte a esa gran mujer que tiene a su lado y usted reciba un emocionado abrazo.
Hasta siempre.
Miguel Ángel Moreno
Socio nº 596 del Centro Asturiano de Madrid